¿Acabará el s.XXI con la pena de muerte?

Parece mentira pero a punto de comenzar el año 2010, continuamos debatiendo sobre la pena de muerte. Ayer ejecutaron al británico Akmal Shaikh por supuesto tráfico de drogas, sin realizar las pruebas básicas a las que aducía la familia como defensa –su salud mental, y sin vacilar a los llamamientos populares y de la diplomacia inglesa.

Hoy Akmal Shaikh ya no está y nunca sabremos si realmente llevaba los cuatro kilos de heroína que las autoridades chinas dicen y es más, si las llevaba, quiénes son dichas autoridades para decidir sobre su vida. El Derecho a la vida, a no sufrir tratos o penas crueles o inhumanas está reconocido en la Declaración Universal de Derechos Humanos y en muchas constituciones del mundo. La pena de muerte viola todos y cada uno de estos derechos.
La pena de muerte consiste en el homicidio premeditado y a sangre fría a manos del Estado y en nombre de la justicia. La pena de muerte es una medida discriminatoria que en la mayoría de los casos afecta mayormente a las personas menos favorecidas, las minorías, los miembros de etnias, religiones minoritarias. El intento de los Estados de escoger los delitos "más abyectos" y a los "peores" delincuentes de entre los miles de asesinatos perpetrados cada año es fuente irremediable de errores e incoherencias, fallos inevitables agravados por la discriminación, la conducta indebida del ministerio fiscal o una representación letrada inadecuada.(Amnistia Internacional)

La justicia es un sistema corregible y es organizada, supervisada y juzgada por seres humanos, y como tales, comentemos errores; un error judicial puede traer consecuencias fatales pero en mayor o medida subsanables, la muerte no se subsana.

La muerte del reo no devolverá la vida a quien éste se la arrebató y sin embargo traerá dolor a familiares y amigos que no tienen culpa, el doble de personas sufrirán gratuitamente. Además no se ha podido demostrar su efecto disuasorio puesto que Europa, continente donde la mayoría de países han abolido la pena de muerte tiene menor índice de crímenes en el mundo y sin embargo, países como Estados Unidos tiene una tasa de delincuencia muy superior estando vigente la pena de muerte.
Según Amnistia Internacional “Las cifras recientes de países abolicionistas no muestran que la abolición de la pena de muerte tenga efectos negativos. En Canadá, por ejemplo, la tasa de homicidios por 100.000 habitantes descendió de un máximo del 3,09 en 1975, año anterior a la abolición de la pena capital por asesinato, al 2,41 en 1980, y desde entonces ha seguido disminuyendo. En 2003, 27 años después de la abolición, la tasa de homicidios era de 1,73 por 100.000 habitantes, un 44 por ciento menor que en 1975 y la más baja en tres decenios. Aunque ha aumentado hasta alcanzar el 2,0 en 2005, continúa siendo más de un tercio más baja que cuando se abolió la pena de muerte.”

Es más es un gasto totalmente suprimible que podría emplearse en asistencia a las víctimas, a investigación y al combate a la delincuencia. Es una respuesta muy simple a un problema humano complicado. Se muestra como un síntoma de la cultura de la violencia y no como una solución a ella.
La ejecución supone cobrarse la vida de las personas presas para evitar un hipotético delito en el futuro, que en muchos casos nunca se habría cometido de todas formas. Es una negación del principio de la rehabilitación del delincuente.

Hay personas que se preguntan sobre la muerte en defensa propia, no es lo mismo, como ya he dicho la pena de muerte es un homicidio a sangre fría y premeditado que no devuelve la vida a nadie y no cura el dolor de su pérdida.

Por desgracia, seguiremos hablando de ella.

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